Mitologias
  El combate contra Tifoeo
 

 

El combate contra Tifoeo (Tifón)
 
Cuando Zeus hubo vencido a los gigantes, la Madre Tierra, disgustada por su destrucción y deseosa de venganza, se unió amorosamente con el Tártaro y poco tiempo después parió a su hijo menor Tifoeo (Tifón), el monstruo más grande que jamás haya existido. Según Hesíodo, los brazos de este robusto dios eran aptos para los mayores esfuerzos y alcanzaban centenares de leguas en cada dirección, siempre dispuestos para entrar en combate, y en vez de dedos tenía cien cabezas de dragón. De cintura para abajo estaba rodeado de víboras. Con su cabeza principal, horrible, de asno monstruoso, tocaba el cielo. Sus enormes alas oscurecían el Sol, arrojaba fuego por los ojos y escupía rocas inflamables de todas las espantosas cabezas de sus extremidades, ora profería el lenguaje de los dioses, ora resoplaba como un toro furioso, o semejaba el grito de unos perros o emitía silbidos cuyo eco resonaba por los altos montes.
Según una antigua versión, cuando los dioses vieron que este ser quería apoderarse del Olimpo, corrieron a refugiarse en Egipto (este relato se confunde con el de los gigantes), en donde se ocultaron en el desierto adoptando formas de animales: Apolo se convirtió en milano, Hermes en ibis, Ares en pez, Dioniso en macho cabrío, al igual que el propio Zeus. Sólo Atenea no se acobardó y llegó a afear de tal modo su conducta de su padre que éste recobrando su verdadera forma, se dispuso a combatir.
Así pues Zeus, haciendo acopio de sus fuerzas cogió sus armas, el trueno, el relámpago y el ardiente rayo y saltando desde lo alto del Olimpo atacó a Tifoeo con la misma hoz con que Crono había castigado a Urano. Pero Tifoeo, huyendo hasta el monte Casión en los confines de Siria, se revolvió de improviso y en un momento de descuido arrebató a Zeus la terrible hoz, paralizándolo con sus millares de enroscamientos y acto seguido le cortó los tendones de manos y pies. Inmovilizando Zeus, fue encerrado en la Cueva Coricia (en Cilicia), mientras Tifoeo ponía a buen recaudo los tendones divinos colocándolos bajo la guardia de su hermana Delfine, monstruoso ser mitad serpiente, mitad mujer.
La noticia de la derrota de Zeus corrió más veloz que el rayo, de confín a confín del Olimpo, y los dioses quedaron consternados. Sin embargo, Hermes y Pan no se amilanaron y lograron recuperar los tendones divinos engatusando a Delfine (otra versión afirma que fue Cadmo el que los consiguió, disfrazado de pastor tras distraer la atención de Tifón con las notas de un caramillo).
Zeus volvió al cielo en un carro alado, cogió de nuevo sus rayos y persiguió a Tifoeo esta vez hasta el monte Nisa. Allí las Moiras le engañaron ofreciéndole carne de mortales, alegando que con ella recuperaría las fuerzas, pero sucedió lo contrario. Todavía Tifoeo resistió en Tracia y el monte Hemo (los Balcanes) recibió este nombre de la sangre (derivado de haima = sangre en griego) derramada allí por Tifoeo. El monstruo pudo huir hasta Sicilia, donde Zeus logró sepultarlo (ya que como era dios no podía matarlo) bajo el volcán Etna, que desde entonces vomita fuego hasta la actualidad.
 
 
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