Mitologias
  Jardin del Unicornio
 

Del Jardín del unicornio (que es la Edad Primera, y cómo el Hombre se apartó desde entonces)

 

De los límites del Jardín.

Entonces el Jardín brillaba con luz santa, como una gozosa mañana cuando el rocío aún centellea y toda hoja es verde.
Era muy amplia su extensión sobre los campos, pero en níveos con fuego ardientes dentro, y había lugares salvajes donde rugía el torbellino y se escuchaban voces en el resplandeciente abismo.

El Unicornio podía desplazarse en medio del trueno, la tormenta y los temblores, pero esas hórridas alturas eran inseguras para el hombre. Así, pues, el Unicornio, hermano mayor, amigo y guía, vigilaba que ningún hombre se aventurara fuera del Jardín.

Entonces el tiempo se sucedía de modo inenarrable. Hasta hoy quedan huellas de esa gloria inmaculada; por eso ni la quietud más sosegada está libre de alguna sensación de nostalgia y exilio. Porque el hombre creció en número y en fuerza, y también el Unicornio; ambas razas ingresaron juntas, en estado de gracia y de inocencia, a la plenitud de la Edad Dorada. Entonces se forjaron los lazos que el tiempo jamás podría desatar: por larga que sea la separación existente, jamás el Unicornio y el Hombre volverán a encontrarse como extraños.

               

La venida de Serpens, la que Engaña

Pero Yaldabaoth y su progenie tramaban en las honduras de la tierra, y más y más celosos se volvían hasta que al fin enviaron a Serpens, la más astuta de su raza. No era de gran tamaño y por esto no inspiró temor en los corazones de los hombres. Parecióles Dragón atractivo y asombroso, de escamas orgullosas e irisadas, de palabra abundante y escogida; muy pronto se movía familiarmente entre los hombres, ocultando su propósito: tal las artes habituales del Dragón. Entretejía palabras de alabanza con otras para sembrar la duda, diciendo: "¡Qué sabio y digno señor podría ser el Hombre!" y se lamentaba que el Unicornio limitara a sus amigos al recinto interno del Jardín.

No toda nuestra raza prestó oído a las sutiles incitaciones al descontento y al orgullo. El hombre y la mujer gozaban de distinta intuición desde el principio; las mujeres no se dejaron engañar por la insidia de Serpens, mantuvieron la confianza y no dejaron de amar al Unicornio. Cuando por fin Serpens oyó murmurar al hombre que el Unicornio no parecía amigo tan perfecto y sí quizás propenso a finalidades egoístas, habló más abiertamente. Más allá del Jardín, aseguró, hay tierras hermosas y fértiles, dispuestas a que las dominen, pero el Unicornio mantiene al Hombre cautivo, no sea que su número crezca en exceso y resulte ingobernable.

Esas mentiras no escaparon al Unicornio, que se apartó, triste: no podía obligar al seguir los caminos de la luz; señalaba su sentido. Pero nadie le pidió consejo en las discusiones insensatas que siguieron. El más descarriado se levantó y alzó la voz: "¡Rompamos estas cadenas de oro, acabemos con estas ataduras! ¡Cuanto más difícil y largo sea el camino, más brillante será su término!"

A partir de entonces el hombre no pudo culpar a nadie más, sólo a sí mismo, por las penas y dolores subsiguientes. Pues todos gritaron aprobando, aunque las mujeres inclinaran la cabeza en señal de silente pesadumbre. De este modo se cumplió el trabajo del Dragón, y así esas palabras sellaron la condenación del Hombre.




                                


Del cambio de Edad

Entonces movilizóse el Santo Único, en perfecta sincronía con el proyecto fatal del Hombre. Y en un instante volvióse duro y opaco lo que fuera un mundo en primavera. Y pareció caer un vacío piadoso sobre la mente de los hombres, y cuando cesó esa oscuridad se hallaron en una dimensión más densa, en la sombra de la dimensión de antaño. Se movieron perplejos al principio, encerrados en formas menos gráciles. Y desde esa hora se cuenta el principio de la Edad Segunda, la de Plata.


                                


La división de las Razas hermanas

No está en mi poder hacer la crónica de cada edad, ni tampoco la del amargo camino que llevó al Hombre a su cuarto y definitivo mundo último. Pero sólo debo decir esto: El hombre cayó en un marasmo moral, adoró ídolos y luchó contra sus semejantes. Y durante todos esos años el Hombre y el Unicornio se separaron más y más, tal como deseara Yaldabaoth y su especie.

El Unicornio entonces marchó por senda aparte mientras el Hombre se mantenía en su locura; así acabo su vecindad. Aunque la creatura sigue viviendo en el Jardín de la dimensión dorada, su corazón aún está ligado al Hombre; así se desplaza a través del mundo y permanece inmóvil junto a la frontera actual del mismo.

Y es posible entonces que también hoy un hombre encuentre al Guía; basta que despierte del perturbado sueño (del error).

 
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